Dramatis Persona: Hithmîr Thranduilion
PB: Andrey Korovko |
Elfo Sinda nacido en el Bosque Negro en el año 879 T.E., como segundo hijo de Thranduil y Nostariel, siendo así el hermano menor de Legolas.
Alto y sumamente delgado, de cabello platinado, liso y largo; mirada gélida y plateada, rostro afilado y consitución débil. Debido a un incidente cuando era pequeño, sufre "alergia" al polvo.
En cuanto a su carácter: es soberbio, altanero, siempre cree estar por encima de los demás y su principal motor es la constante aprobación de sus padres. Huraño, desconfiado y un poco infantil. No lleva muy bien que le
nieguen las cosas, así que traza planes para conseguirlas por su cuenta.
Como no corre riesgos de verdad, esos planes pueden ser descabellados.
Está
profundamente unido a su familia, especialmente a su madre y admira
tanto como se puede a su padre. Lo imita en todo lo que puede y todavía
no ha comenzado a cuestionarlo.
Como pasa todo el tiempo en el Palacio, empieza a tener astucia en los tejemanejes de la Corte, sin embargo, su carácter no le lleva a planear cosas verdaderamente importantes, pues nada de lo que le interesa lo es todavía. Estar encerrado le ha dado un aire ligeramente amargado. No es cobarde, pero definitivamente no es valiente. Es muy intolerante.
Como pasa todo el tiempo en el Palacio, empieza a tener astucia en los tejemanejes de la Corte, sin embargo, su carácter no le lleva a planear cosas verdaderamente importantes, pues nada de lo que le interesa lo es todavía. Estar encerrado le ha dado un aire ligeramente amargado. No es cobarde, pero definitivamente no es valiente. Es muy intolerante.
- BIOGRAFÍA BREVE:
Esto hizo que los Consejos y la administración del reino fueran su
único quehacer, alejado de los combates y las cabriolas de los elfos
jóvenes. Tratando de imitar a su padre, a quien acompañaba en todos esos
actos, copió su desagrado por otras razas y su desconfianza, aprendió
que sólo en el Bosque, tras los muros y con su gente, podía ser feliz y
dejar fuera el dolor que otros parecían buscar. Tantos problemas, tanta
muerte innecesaria… Taur-e-Ndaedelos era lo mejor.
Comenzó a interesarse por el comercio a muy temprana edad, cosa que le llevó a visitar la Ciudad del Lago; en compañía de Legolas y Tauriel, a quien aprecia como un miembro más de su familia, bajó un par de veces y Hithmîr pudo comprobar que las ideas que tenía sobre los humanos eran reales: los había de todos los tipos, pero siempre eran grises, tenues y entre ellos no había ninguno que pudiera quedar en la historia (no conoció a Bardo), pero le gustaba cómo se afanaban en vivir día a día. Sin embargo, odió que fueran predecibles, porque se dio cuenta de que negociar con ellos sería el cuento de nunca acabar; unos sucederían a otros y él tendría que volver a empezar por siempre, apenas variando. Se sentía satisfecho cada vez que volvía a las Mazmorras.
No llevó nada bien la llegada de Lúthien al Bosque Negro y mucho menos todavía la relación que ésta tenía con Legolas y Tauriel. La odiaba, como sólo los niños pueden odiar: sabía que no podía hacerla cambiar y que escapaba a su control. Tardó mucho tiempo en normalizar el trato con ella, aunque asumió que iba a ser una constante en su vida y que siempre iba a estar allí después de mucho tiempo de convivencia. También le costó asimilar que ella era la mujer que su hermano había elegido para compartir con ella su vida inmortal.
Cuando los elfos fueron llamados a filas para librar la Batalla de los Cinco Ejércitos, quedando excluido y lejos de Tauriel y su hermano, su enfado fue tal que acabó discutiendo con su padre haciendo que éste lo llame al orden; como consecuencia se le aposentaron cuatro guardias que custodiaron su puerta día y noche para vigilar que no se escape. A escondidas, trató de entrenar con la espada en su despacho, pero fue descubierto por uno de sus guardias y, en uno de sus momentos más patéticos, trató de sobornarlo para que no contase lo que había visto. El guardia, compadeciéndole, no aceptó el soborno pero tampoco abrió la boca. La vergüenza que sintió Hithmîr ante la cara de pena del guardia, hizo que se tranquilizara y quedase en los Salones junto a su madre hasta el final de la Batalla.
Se preocupó mucho por su padre y por su hermano durante su ausencia y adelgazó a ojos vista, en parte también por la humillación que sufrió. No creía que les pudiera pasar algo en la guerra pero le daba miedo que fueran traicionados por esos viles enanos que desaparecieron ante sus ojos.
Quiso intervenir en la búsqueda de Lúthien en parte por egoísmo, en parte por la felicidad de su hermano, cosa que no consiguió. No la dejaron verla cuando su hermano la encontró en el bosque y tampoco supo desde que se la llevaron a Lórien, hasta la Guerra del Anillo, cuando la vio por última vez.
Al llevar Aragorn a Gollum al Bosque Negro, Nostariel no le dejó verlo porque temía que despertara algo en él que todavía no había surgido: o una fuerte compasión o la frialdad de su padre. Por eso, se opuso en principio a que lo sacaran, pero tampoco dio muchas vueltas cuando Legolas apoyó la idea y todas las eminencias parecían conmovidas. Cuando se escapó y Legolas decidió ir a Rivendel, Hithmîr y su madre se ofrecieron a acompañarle ya que se intuía la guerra golpeando sus puertas.
Comenzó a interesarse por el comercio a muy temprana edad, cosa que le llevó a visitar la Ciudad del Lago; en compañía de Legolas y Tauriel, a quien aprecia como un miembro más de su familia, bajó un par de veces y Hithmîr pudo comprobar que las ideas que tenía sobre los humanos eran reales: los había de todos los tipos, pero siempre eran grises, tenues y entre ellos no había ninguno que pudiera quedar en la historia (no conoció a Bardo), pero le gustaba cómo se afanaban en vivir día a día. Sin embargo, odió que fueran predecibles, porque se dio cuenta de que negociar con ellos sería el cuento de nunca acabar; unos sucederían a otros y él tendría que volver a empezar por siempre, apenas variando. Se sentía satisfecho cada vez que volvía a las Mazmorras.
No llevó nada bien la llegada de Lúthien al Bosque Negro y mucho menos todavía la relación que ésta tenía con Legolas y Tauriel. La odiaba, como sólo los niños pueden odiar: sabía que no podía hacerla cambiar y que escapaba a su control. Tardó mucho tiempo en normalizar el trato con ella, aunque asumió que iba a ser una constante en su vida y que siempre iba a estar allí después de mucho tiempo de convivencia. También le costó asimilar que ella era la mujer que su hermano había elegido para compartir con ella su vida inmortal.
Cuando los elfos fueron llamados a filas para librar la Batalla de los Cinco Ejércitos, quedando excluido y lejos de Tauriel y su hermano, su enfado fue tal que acabó discutiendo con su padre haciendo que éste lo llame al orden; como consecuencia se le aposentaron cuatro guardias que custodiaron su puerta día y noche para vigilar que no se escape. A escondidas, trató de entrenar con la espada en su despacho, pero fue descubierto por uno de sus guardias y, en uno de sus momentos más patéticos, trató de sobornarlo para que no contase lo que había visto. El guardia, compadeciéndole, no aceptó el soborno pero tampoco abrió la boca. La vergüenza que sintió Hithmîr ante la cara de pena del guardia, hizo que se tranquilizara y quedase en los Salones junto a su madre hasta el final de la Batalla.
Se preocupó mucho por su padre y por su hermano durante su ausencia y adelgazó a ojos vista, en parte también por la humillación que sufrió. No creía que les pudiera pasar algo en la guerra pero le daba miedo que fueran traicionados por esos viles enanos que desaparecieron ante sus ojos.
Quiso intervenir en la búsqueda de Lúthien en parte por egoísmo, en parte por la felicidad de su hermano, cosa que no consiguió. No la dejaron verla cuando su hermano la encontró en el bosque y tampoco supo desde que se la llevaron a Lórien, hasta la Guerra del Anillo, cuando la vio por última vez.
Al llevar Aragorn a Gollum al Bosque Negro, Nostariel no le dejó verlo porque temía que despertara algo en él que todavía no había surgido: o una fuerte compasión o la frialdad de su padre. Por eso, se opuso en principio a que lo sacaran, pero tampoco dio muchas vueltas cuando Legolas apoyó la idea y todas las eminencias parecían conmovidas. Cuando se escapó y Legolas decidió ir a Rivendel, Hithmîr y su madre se ofrecieron a acompañarle ya que se intuía la guerra golpeando sus puertas.
Al saber que su hermano no volvería para quedarse, Hithmîr pasó por una etapa muy, muy mala. Durante años se había aferrado a seguir siendo un niño y creía que así las cosas irían mejor. No es que fuera infantil, pero creía que sus seres queridos sólo estaban allí porque las cosas permanecían como en su infancia. La relación entre Lúthien y su hermano es un gran foco para su ira, más al encontrarla en su misma ubicación.
Partiró con su madre a Valinor antes del final de la Tercera Edad. Algunos dirán que encontró la paz en las Tierras Imperecederas, pero en realidad, la paz le vino al aceptar que había crecido y que no tenía poder para cambiar algunas cosas. Que su madre estuviera con él fue algo que lo estabilizó mucho.
- HABILIDADES Y ARMAS:
- Nota: La concepción de personaje se la debemos a The Lay of the Rings.
- Personaje diseñado por @Combeferre_TG, a quien le doy todo mi agradecimiento por permitirme incluirlo en la historia.